«¿Es que solamente la gente necesita tierras? ¿Acaso los
monos, los pájaros, las huanganas y los venados no necesitan también de
la tierra para vivir?» (ashaninka Juaneco de Tsisontire)
(ctrl ó command + click para ampliar...)
No es raro ni casual que ante cada conflicto social con epicentro en la selva del Perú, hayan surgido encendidos llamados a meter bomba –específicamente napalm– para acabar con tanto "revoltoso". Digo, no es raro, tampoco es cosa de chiste o broma, porque en realidad este evento sucedió en nuestro paisito hace (casi) medio siglo y, quiéranlo o no, forma parte de la historia del Perú, sólo que no se enseña en Historia del Perú.
Claro. A crédulos escolares y público de a pie, interesado en otros valores y verdades, se les puede inducir a ignorancia, enseñarles o perorar sobre la consabida "conquista del Perú por los peruanos" y hacerlos cantar en coro unida la costa unida la sierra unida la selva contigo Perú y qué lindo es mi país carajo y qué lindo que la selva sea "la nueva maravilla mundial". Refuerzan este engaño –u olvido– la gran prensa y el aparataje oficial, con los recursos y tácticas a su alcance.
Pero en el particular caso que ocupa esta ilustración, no se puede endilgar la misma patraña a los antropólogos, especialmente a quienes dedicaron gran parte de sus vidas en la selva, aprendiendo a "reconocer un hombre y su vida".
La presente quilca va a propósito de los fervorosos y lambizcones homenajes –como el del Congreso, ayer– por el centenario del venerado "patricio de la democracia", a quien tocó el "honor" de incendiar la selva y sus comunidades, en aras del progreso, desarrollo y avance de esa cosa llamada "la civilización feliz".
¡Adelante!
Bibliografía fundamental:
(pelicula basada en la novela Jugando en los campos del Señor (1965), de Peter Matthiessen, quien se basó en los bombardeos y las misiones 'catequizadoras' en el Perú para escribirla).
Actualizo el presente post con este importante documento, legado del editor y librero, Excmo. Señor don Juan Mejía Baca, quien durante el primer gobierno del "patricio", sufrió la censura, requisa e incineración de libros, hecho luctuoso y vergonzoso que denunció en "QUEMA DE LIBROS, 1967", publicado en 1980 al ver que los mismos responsables de esta descarada y antidemocrática medida, candidateaban para las elecciones de ese año.
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